Célula Cristina Carreño: JUVENTUD

Biografia de Cristina

La voz de Cristina…
Soy la voz de Cristina Carreño Araya, nací un 3 de junio de 1945 en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia, soy hija de Elsa Araya Luco y Alfonso Carreño Díaz, fui la segunda de tres hermanas, Dora la mayor y Lidia la más pequeña. Crecí en el desierto entre el salitre, los tamarugos y la lucha de los obreros. Desaparecí a los 33 años, los años de la muerte de Cristo.
Tuve una sonrisa de arcoiris que iluminó a los que me conocieron, fui pequeña de estatura y grande de alma, siempre supe que no sería recordada por mis palabras, sino por mis acciones, que mi vida no se mediría por cada aliento que daba, sino por las cosas que me quitaron el aliento. Por eso me emocioné con el nacimiento de mis sobrinos, festejé cada reunión familiar, cada primavera, cada amanecer, me conmoví con la pobreza, hice trabajos voluntarios, marché contra la guerra de Vietnam, organicé a jóvenes, milité en la juventud comunista, trabajé por los demás.
Mis amigos me llamaban la chica Cristina.
Mi padre era obrero linotipista, tenía manos de trabajador y ojos de niño chileno, se hizo grande y comunista en las oficinas salitreras, su abrazo era cálido, su valor era más admirable que un océano, me enseñó que la dureza no es rigor, que en los afectos, en el cariño está la verdadera fortaleza. Lloré su muerte, sufrí su asesinato bajo tortura en el año 1974.
Mi madre era delgada y diminuta, tenía ojos de futuro, lanzaba sus sueños al aire sin miedo, levantó pancartas por el voto femenino, militó en el partido comunista, tuvo opinión y la defendió, con la abnegación de la mujer del pueblo agudizó su inteligencia y abrió todas las ventanas de nuestra casa para mostrarnos que ahí afuera estaba el universo.
Bajo la Operación Cóndor que coordinó la dictadura de Pinochet con otras dictaduras latinoamericanas fui detenida en Buenos Aires, me llevaron al centro de detención clandestino de El Olimpo, ahí mis ojos llegaron a ver lo que ningún ser humano debía contemplar, hombres torturando a otros hombres y mujeres, hombres infringiendo dolor y sufrimiento… pero también vi la resistencia de los buenos.
Desde Julio del 78 estuve desaparecida, pero mi espíritu se levantó, “tantas veces me mataron, tantas desaparecí, sin embargo estoy aquí, resucitando”…, vivo en el corazón de los que amé, vivo en el recuerdo de los que me conocieron, todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a la roca, al mar y a las montañas…para que no me olviden, aquí está mi voz…
(Escrito por su sobrina Lilia Concha Carreño)

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